La una me mira socarrona desde lo alto de los pasquínes colgados de las farolas de mi calle de Barcelona y me arrastra con ella a su mundo.
La otra desde las oscuridades de sus ojos me inunda de su dulce
melancolía.
Qué prodígio de actríces... ambas poseedoras del don de sobrepasar a sus personajes... de transmitir fielmente los pensamientos de sus autores... ambas se transfiguran en los escenarios y nos arropan los sentidos.
Concha, debe saber a esos vinos tintos que huelen a cerezas, melocotón y a humedad de bosque, de espíritu joven pero muy maduro, de caracter duro... áspero pero intuitivo y sobre todo muy, muy humano.
Una conversación con ella... merecería una tarde de otoño, leve brisa... de fondo una música de piano improvisado, me la imagino... cabalgando sobre las volutas de su cigarro, agazapada tras sus ojos negros, esperando la oportunidad para destrozar mi alma con su risa.
Núria, debe saber a un cava ligero... espumoso y vibrante, con notas de ciruela verde y matices ágrios de cítricos... excitante al tiempo que fresca... evidentemente de música de fondo la mandolina... ha de ser amena, marcando lévemente los tempos de la charla con los movimientos de su mano derecha acariciando su negro pelo. Sonrisa... más que risa y de la dureza de sus rasgos espero miles de gestos y paz.
A Concha, la vería en uno de los huertos que acompañan cualquiera de los hoteles rurales de la geografía catalana; de blanco y rojo. A Núria en una de las terrázas del Majestic sobre los tejads de Barcelona; de impoluto lino blanco.
Ambas tienen la facultad de enamorarme, sus carreras son líneas paralelas que convergerían en otros universos en un punto. PASION.
Para Concha velasco y Núria Espert con mi admiración.
PD. Para los que pìensen que éllas no leerán esto... ya habéis pasado por aqui cerca de 5000 personas. Quién os dice que no??.
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