miércoles, 8 de febrero de 2012

PEQUEÑO CUENTO COSTUMBRISTA... SOBRE LA VERDAD Y LA VIDA... CUANDO SE TIENEN VALORES; NO IMPORTAN LOS HECHOS.


Me desperté de golpe... el silencio se arremolinaba sobre mi... la almohada sobre los ojos, solo me permitía ver el color rojo de la sangre que se agolpaba sobre mis párpados; lentamente intenté levantar la pesada almohada y colocarla debajo de la nuca... en cuanto los ojos se acostumbraron a la penumbra de la alcoba... pude reconocer vagamente la decoración; estaba en mi cama.

Sobre la mesita, hábilmente colocado al alcance de mi mano, un vaso de agua que parecía fresca... y dos aspirinas en su blister, junto a una servilleta de suave tisú de color asalmonado que apetecía mirar... lentamente intenté estirar el brazo... y me sorprendí gratamente al poder acercarlo al borde de la mesita de noche... otra cosa era incorporarme... asi que lo dejé estar.

Pensando para mi... dios santo... que ocurre... sobre el galán de noche... mi ropa perfectamente limpia, la camisa, los pantalones... la americana y la corbata... sobre la butaca, mi ropa interior... perfectamente limpia y doblada... con un esfuerzo titánico me incorporé... al hacerlo... mi cabeza estalló de golpe... vi como miles de luces y solo el ruido de la sábana al deslizarse sobre mi piel me ensordecía... me abalancé sobre el vaso y le dí un par de sorbos.... que cayeron como arena sobre mi reseca lengua... LA RESACA ERA DE PROPORCIONES BÍBLICAS.

Después de ingerir las pastillas y terminar el agua, me incorporé pesadamente y vi junto a mi ropa interior... una nota delicadamente doblada que decía... CARIÑO... SALÍ A HACER UNAS COMPRAS TEMPRANO, EL DESAYUNO ESTA PREPARADO EN LA COCINA... TE QUIERO.

Me encamino a la cocina, todo en su sitio... perfectamente limpio, pulido diría yo... entro en la cocina y allí... el desayuno... la prensa del día... dos bollos de pan tierno... la mantequilla, el termo con la leche caliente y un gran vaso de zumo de naranja.

Mi hijo, sentado enfrente me observaba con mirada indolente... así que... carraspeé trabajosamente y le dije... niño... qué pasó ayer por la noche, no recuerdo nada de nada.

El niño, mirando para el techo un segundo, me contestó. Papá, anoche llegastes pasadas las 3 de la madrugada, gritando... te caistes sobre la mesita de la entrada, rompiste la foto de los abuelos, de un golpe de puño te cargastes la lámpara de cristal de murano que nos regalo la abuela, te cagastes encima... vomitastes sobre la alfombra de la sala y te orinastes sobre el sofá del salón... además de insultar a todo y a todos... después te golpeastes el ojo con la puerta del lavabo y te caistes sin sentido... absorto con el relato le respondí... y como es que todo está recogido y en perfecto orden... el niño le contesta; si, mamá te arrastró como pudo hasta el dormitorio jurando que nunca más te hablaría, ni te miraría a la cara, ni nunca mas permitiria que lo volvieras a hacer pero; cuando te consiguió echar sobre la cama y empezó a desnudarte... al llegar a los pantalones... la empujastes contra el armario gritando... NOOOO ESO NO...  QUIETAAA QUE ESTOY CASADO.

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