Que era de mi vida... el ayer, solo contaba para los recuerdos vagos, que circulaban atropellandose con los frescos del dia. Mientras golpeo con mi vara de abedul los rescoldos de la hoguera que me hipnotiza con sus lamentos, como previniendome sobre las pesadillas que vivire esta noche.
Con mi espalda firmemente apoyada sobre la duna y mis piernas cruzadas, el calor hacia olvidar el duro dia a lomos de mi camella. Sobre mi cabeza, se cernia un oscuro tapiz donde... se abarrotaban miles de estrellas en profusa calma, solo roto por el paso de aquellas que... desafiantes, se atrevian a cruzar el cielo, dejando una estela blanquecina y de finales verdes o rojos.
A mi derecha, queriendose cobijar del fresco de la noche, mi fiel perro, tiritaba intentando conmover mi hieratica quietud... el silencio... mi silencio me hacia dudar sobre si en caso necesario volveria a pronunciar alguna palabra... asi que, con un gesto languido... carraspee trabajosamente y me oi.
Con una orden seca y corta, pedi a mi sirviente que preparara el te, este se apresuro a sacar de la alforja, mi vieja tetera esmaltada comprada en taskent... mas alla del mar de sal donde duerme el cielo sobre la arena... con sumo cuidado, escancio agua del viejo odre de piel de cabra y lo puso a hervir... movimientos frios y mecanicos me hacian recordar los mismos gestos... como si de anteriores vidas se tratara. Cuando destapo aquella lata, me invadio el suave aroma del te... cuando echo dos puñados sobre el agua hirviente...me hizo reflexionar sobre si... Dios hizo el te para ser bebido o... olido.
Despues de endulzarlo con dos generosos terrones de azucar y adobarlo con una ramita de menta seca... me lo ofrecio y no pude por menos que... levantar la taza y agradecer al cielo que... me brindara tanto goce.
Continuara. hoy no.... MAÑANA...
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