viernes, 29 de julio de 2011
QUE ALGUIEN NOS DE UNAS OSTIAS... CUANDO LAS MEREZCAMOS.
El cuaderno rojo
El cartero extendió el telegrama. José Roberto le agradeció, y mientras lo abría, una profunda arruga surco su frente. Una expresión de sorpresa mas que de dolor. Palabras breves y precisas: - Tu padre falleció. Entierro 18 horas. Mamá;
Jose Roberto continuo parado, mirando al vació. Ninguna lágrima, ningún dolor. Nada!
Era como si hubiera muerto un extraño. Por que no sentía nada por la muerte del viejo?
Como un torbellino de pensamientos confusos, aviso a la esposa, tomo el tren y se fue, venciendo los silenciosos kilómetros de ruta mientras la cabeza giraba a mil.
En su interior, no quería ir al funeral y, si estaba en camino era solo para que la madre no estuviera mas triste. Ella sabia que padre e hijo no se llevaban bien.
La cuestión había llegado al final el día que, después de una lluvia de acusaciones, José
Roberto había hecho las maletas y partido prometiendo nunca mas poner los pies en aquella casa. Un empleo razonable, casamiento, llamadas a la madre para Navidad, Año Nuevo o Pascua... Se había desligado de la familia no pensaba en el padre y la última cosa en la vida que deseaba era ser parecido a él.
En el velorio: pocas personas. La madre pálida, helada, llorona. Cuando vio al hijo, las lágrimas corrieron silenciosas, fue un abrazo de desesperado silencio. Después, vio el cuerpo sereno envuelto por una manta de rosas rojas, como las que al padre le gustaba cultivar.
José Roberto no vertió una sola lágrima, el corazón no podía. Era como estar delante de un desconocido un extraño. Se quedó en casa con la madre hasta la noche, la beso y le prometió que volvería trayendo los nietos y la esposa para conocerla. Ahora, podría volver a casa, porque aquel que no lo amaba, no estaba mas para darle consejos ácidos ni para criticarlo.
En el momento de la despedida la madre le coloco algo pequeño y rectangular en la mano, hace mucho tiempo podrías haberlo recibido - dijo. Pero, infelizmente solo después que él se fue lo encontré entre las cosas mas importantes...
Fue un gesto mecánico, minutos después de comenzar el viaje, metió la mano en el bolsillo y sintió el regalo. La luz mortecina del tren, le mostró un pequeño cuaderno de tapa roja. Lo abrió curioso. Páginas amarillentas. En la primera, arriba, reconoció la caligrafía firme del padre: "Nació hoy José Roberto. Casi cuatro kilos! Es mi primer hijo, un muchachote! Estoy orgulloso de ser el padre de aquel que será mi continuación en la Tierra!".
A medida que hojeaba, devorando cada anotación, sentía un dolor en la boca del estómago, mezcla de dolor e perplejidad, pues las imagenes del pasado resurgieron firmes y atrevidas como si terminaran de pasar !
"Hoy, mi hijo fue a la escuela. Es un hombrecito! Cuando lo vi de uniforme, me emocioné Y le desee un futuro lleno de sabiduría. La vida de el será diferente de la mía, que no pude estudiar por haber sido obligado a ayudar a mi padre. Para mi hijo deseo lo mejor. No permitiré que la vida lo castigue".
"Roberto me pidió una bicicleta, mi salario no dá, pero el la merece porque es estudioso y dedicado.
Pedí un préstamo que espero pagar con horas extras".
José Roberto se mordió los labios. Recordaba su intolerancia, de las peleas para tener la soñada bicicleta. Si todos los amigos ricos tenían una, por que no podía tener la suya?
“ Es duro para un padre castigar a un hijo Y se que el me podrá odiar por eso; pero, debo educarlo para su propio bien." "Fue así como aprendí a ser un hombre honrado y esa es la única forma que se de educarlo ".
José Roberto cerró los ojos y vio la escena cuando por causa de una borrachera, hubiera ido a la cárcel aquella noche, si el padre no hubiera aparecido para impedirle ir al baile con los amigos...
Recordaba el auto retorcido y manchado de sangre que había chocado contra un árbol... Parecía oír sirenas, el llanto de toda la ciudad mientras cuatro cajones seguían lugubremente para el cementerio.
Las páginas se sucedían con cortas, y largas anotaciones, llenas de respuestas que revelaban, en silencio y tristeza, que el padre lo había amado. El "viejo" escribía de madrugada.
Momento de soledad, en un grito de silencio, porque era de esa manera como era el, nadie le había enseñado a llorar y a dividir sus dolores, el mundo esperaba que fuera duro para que no lo juzgaran ni débil ni cobarde. Y, ahora José Roberto estaba teniendo la prueba que, debajo de aquella fachada de fortaleza había un corazón tan tierno y lleno de amor.
La última página. Aquella del día en que había partido: - "Dios, que hice mal para mi hijo me odie tanto? Por que soy considerado culpable, si no hice nada, sino intentar transformarlo en un hombre de bien?"
"Mi Dios, no permitas que esta injusticia me atormente para siempre. Que un día el pueda comprenderme y perdonar por no haber sabido ser el padre que el merecía tener."
Después no había mas anotaciones y las hojas en blanco daban la idea de que el padre había muerto en ese momento, José Roberto cerro deprisa el cuaderno, el pecho le dolía. El corazón parecía haber crecido tanto, que luchaba para escapar por la boca. No vio el tren entrar en la terminal, se levanto desesperado y salio casi corriendo porque necesitaba aire puro para respirar
La aurora rompía el cielo y un día comenzaba. "Honre a su padre para que los días de su vejez sean tranquilos!" - alguna vez había oído esa frase y jamas había reflexionado la profundidad que ella contenia. En su egocentrica ceguera de adolescente, jamas había parado para pensar en verdades mas profundas.
Para el, los padres eran descartables y sin valor como los papeles que son tirados a la basura. Aquellos días de poca reflexión todo era juventud, salud, belleza, música, color, alegría, despreocupación, vanidad. No era el un semidiós?
Ahora, el tiempo lo había envejecido, fatigado y también vuelto padre, aquel falso héroe. De repente. En el juego de la vida, el era el padre y sus actuales contestaciones.
Como no había pensado en eso antes? Seguramente por no tener tiempo, pues estaba muy ocupado con los problemas, la lucha por la supervivencia, la sed de pasar fines de semana lejos de la ciudad, con ganas de profundizar en el silencio sin necesitar dialogar con sus hijos.
Jamás tuvo la idea de comprar un cuaderno de tapa roja para anotar una frase sobre sus herederos, jamas le había pasado por la cabeza escribir que sentía orgullo de aquellos que continúan su nombre. Justamente el, que se consideraba el mas completo padre de la Tierra?
La vergüenza casi lo tiro con una lección de humildad. Quiso gritar, procurando agarrar al viejo para sacudirlo y abrazarlo, encontró solo el vació.
Había una raquítica rosa roja en el jardín de una casa, el sol terminaba de nacer. Entonces, José Roberto acaricio los pétalos y recordó la mano del padre podando, y cuidando con amor. Por que nunca percibió todo esto antes?
Una lágrima broto como el rocío, e erguiendo los ojos para el cielo dorado, de repente, sonrió y se desahogo
en una confesión:
"Si Dios me mandara a elegir, juro que no querría haber tenido otro padre que no fueras tu !
Gracias por tanto amor, y perdoname por haber sido tan ciego."
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