Yo... el mas sutil de los necios, el mas diestro de los torpes... el mas listo de los tontos..., me senté a esperar... sin saber el porque del lento transcurrir del tiempo.
Pensando en el... como un todo, como un dedo señalando al abismo del que procedo.
Tiempo sentido y inflexible... de movimiento ondulante y paso firme... inexorable y de modo finito... pensándolo... sintiéndolo libre y querido.
Mirando arriba... miro hacia abajo... solo el peso de mi cuerpo me separa de el... inmenso...oscuro y frió...universo.
De donde me sale el coraje para escribir... desde cuando tengo fe... de quien vengo y con quien me iré.
No hago nada mas que sentir... doy bocanadas a la vida como un pez exhausto... deseo seguir nadando... que frías las aguas bravas... que dulces son los grandes remansos.
De la plenitud... entiendo como un... estar lleno... gozoso... sincero y cauto... entretenido en mirar tu mar... que me engulle al menor descuido.
Blancos los techos... luces de luna... aromas de misterio... tu mano en la mía... buscando consuelo... solo la música es testigo de nuestros sueños.
Me apetece mirar al horizonte... al este... mas... mas al este... a ver si con cada puesta de sol... me parecerá verte.
De tu talle... prendido como un bocado de cielo, donde... nacen las curvas del tiempo... reposan en el mis manos... mudas... fuertes y duras... como buscando aparearse con el y... llenarte de nueva vida.
Doce... son los minutos que faltan para que llegue el milagro de oírte de nuevo... sino... esperare de nuevo que el tiempo, en su redondez... vuelva a pasar por mi mente.
Ires, sentires y venires.
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