lunes, 3 de noviembre de 2008

BULGARIA UN PAIS POR HACER...






















Aprovechando un viaje de trabajo, he tenido la oportunidad de visitar ese hermoso pais a caballo entre el este y el oeste de europa, durante esos dias que se me hicieron cortisimos, pude apreciar que a pesar de la diferencia de lenguaje, sus gentes conservan aún la personalidad y el carácter que los define como la puerta del este hacia Europa.
Me sorprendió el regusto rancio de las construcciones de la época comunista, edificios miméticos, grises pero amplios y cómodos, junto con los modernísimos edificios de nuestra época donde cristál y acero se mezclan con elegancia dando a Sofia la capital un aspecto desgarbado de adolescente perpétua.
Como buen vasco que soy, me dejo llevar por la gastronomia de los lugares que visito, ésta vez acompañado por mi guia interprete, que conociendo mi interés se esforzó en que conociera toda esa riquisima cultura culinaria que los búlgaros atesoran.
Empezando por el queso blanco, especialidad de la casa en todas las variantes, en ensaladas y cocinados, me sorprendió grátamente su contraste con los exquisitos vinos de la zona, nada tienen que envidiar a los nuestros. Los Merlots, los Cabernets y los blancos muy frescos y afrutados maridando perfectamente con las ensaladas y las carnes a la parrilla.
Los restaurantes muy familiares, de precios baratísimos y calidad excepcional y los restaurantes de élite con un esmeradisimo servicio y platos adornados, son fiel testimonio de hacia donde van.
Intuí una brutal falta de clase media en esa sociedad, o eres inmensamente rico o un pária. Ahí empieza el verdadero futuro de Bulgaria.
Me queda en el recuerdo la imagen colorista del otoño búlgaro, robles y encinas con hojas rojas, doradas junto con alfombras de ésos mismos tonos por el suelo, bosques donde a pleno día no entra el sol, y minados literalmente de setas, rovellóns, ceps, champiñones silvestres. Qué maravilla.
La semana allí fué de un clima excepcional, una media de 20 grados, soleado y aire limpio y seco, un goce para los sentidos.
Volveré...

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